Desde el despacho de abogados de Eduardo Ortega hemos querido realizar este artículo dedicado al personal de atención directa, auxiliares y gerocultores/as de todas las residencias de Lares de Castilla y León, en agradecimiento al gran trabajo que realizan cada día con las personas mayores que cuidan.
Primero tengo que confesar que yo no soy ninguna experta en ética, ni muchos menos, es un tema que siempre me ha gustado, he recibido formación y sobre el que procuro seguir aprendiendo. Estoy convencida de que me ha ayudado mucho en mi vida profesional y también en mi vida personal.
Todos los años los miembros del Comité de Ética de los Servicios Sociales de Castilla y León recibimos nueva formación al respecto, como parte de uno de nuestros principales compromisos. En una de estas formaciones, fue Marije Goikoetxea la encargada, Marije es psicóloga, profesora de ética de la universidad de Deusto, forma parte de varios comités de ética en el País Vasco y es muy conocida por nosotros porque ayudó a crear nuestro comité.
Cuando recibo formación siempre tomo nota de todo, porque todo se olvida, si lo tienes anotado puedes volver a ello cuando quieras. Pero, esa mañana cuando Marije habló de la ética de las virtudes os aseguro que se me grabó “a fuego”, como suele decirse, no se me ha olvidado. Lo que aprendí esa mañana es de las cosas más importantes que he aprendido en ética, por eso os lo quiero transmitir.
De esa formación destaco cuatro afirmaciones:
- Estábamos hablando de la Convención de New York sobre discapacidad y en ella apareció la propuesta de las virtudes: “Mi dignidad no se juega en la Convención, si no en la persona que me atiende”.
Quedó claro que en la convención “NO SE ASEGURABA LA ÉTICA DE
LAS VIRTUDES”-
- La ética de las virtudes: “LA VIRTUD COMO MODO DE SER DE LAS PERSONAS”
- Otra manera de verlo es “LA VIRTUD COMO TÉRMINO MEDIO”. Los extremos en ética no solemos aceptarlos, mejor el término medio “La prudencia”.
- “LA VIRTUD COMO ELECCIÓN DELIBERADA”. Lograr la virtud por entrenamiento.
Son cuatro afirmaciones que serán el eje de toda esta reflexión.
La primera vez que se habló de la ética de las virtudes fue el filósofo griego Aristóteles: “La ética de Aristóteles es la ética de la felicidad”. No se puede pedir más, ¿verdad?, por eso la ética es de máximos. Os cuento esto para que quede claro que la ética de las virtudes no es una moda si no que es algo que viene de hace mucho, de la época de los filósofos clásicos griegos.
Ahora aplicaremos todas estas afirmaciones a vuestra vida profesional y ya os digo que también llegarán a vuestra vida personal, al final va todo unido.
Para cumplir con vuestra ética profesional, tenéis que tener muy claro cuál es el objetivo de vuestro trabajo, también se exige ser muy buenos profesionales y, por último, respetar al máximo la autonomía de las personas mayores que viven en residencias. Cumpliendo esas tres premisas, respetaréis la dignidad de todas esas personas que cuidáis, las haréis felices y cada día saldréis satisfechos de vuestro trabajo, que es una de las grandes satisfacciones que puede tener una persona.
EL OBJETIVO DE VUESTRO TRABAJO:
En todo trabajo tiene que existir un objetivo y todos los profesionales deben conocerlo, pues bien, el vuestro no es otro que el de “PROPORCIONAR EL MAYOR BIENESTAR POSIBLE A LAS PERSONAS MAYORES QUE ESTÁIS CUIDANDO”. Es un objetivo de máximos, no se puede pedir más, está claro que en él se basa vuestra ética profesional. Es un objetivo que se puede calificar también de responsabilidad.
Este objetivo y responsabilidad no es solo vuestro, del equipo de atención directa, es el objetivo de todo el equipo humano que conformáis un centro residencial, de la dirección, del equipo técnico, limpieza, cocina, congregación religiosa, patronato… Es un objetivo o responsabilidad común a todos y por eso es algo que os une como equipo, “todos giráis en torno a la persona mayor”.
La ética nos dice “cómo hacer bien las cosas” y os aseguro que ser conscientes de vuestra responsabilidad, de vuestro objetivo, de no olvidarlos nunca, a pesar de la crisis que hemos vivido y que aún continúa con la pandemia, os ha ayudado y ayuda a realizar muy bien vuestro trabajo. Por todo ello GRACIAS.
EL SEGUNDO PUNTO, “SER MUY BUENOS PROFESIONALES”:
Para no dañar la dignidad de las personas que cuidáis tenéis que ser buenos profesionales, no faltaría más, ¿verdad? Esto se da por hecho, pero es que en los centros Lares siempre se va más allá, siempre se intenta la mejora continua y para que esto se produzca “la formación” ha sido y es una realidad.
Todos los años en los centros Lares se imparte formación con cursos presenciales, a distancia, encuentros formativos… Incluso este año con el coronavirus sé de muchos centros que habéis recibido formación, por ejemplo, a través de la ONG “Médicos del Mundo”. De verdad, que esto dice mucho de todos vosotros: auxiliares y gerocultores/as; recibir formación os enriquece y repercute en que los residentes reciban unos cuidados de gran calidad.
Las residencias Lares ofrecen unos cuidados de calidad, pero también de calidez como se manifiesta en la carta de identidad de Lares y es aquí donde aparece la ética de las virtudes. Cada vez se habla más de la ética de las virtudes, y con mucha razón, porque los residentes para tener una buena calidad de vida dependen (I) de la empatía que tengáis con ellos, que sepáis poneros en su lugar; (II) de vuestra amabilidad, para que perciban un trato cálido; (III) de vuestra paciencia cuando os repiten las cosas u os preguntan siempre lo mismo; (IV) de vuestra escucha, ya sabéis que ellos perciben esa escucha activa, no solo oír, si no escuchar; (V) de vuestra simpatía, es el modo de ser que nos vuelve agradables, siempre regalando una sonrisa; (VI) de vuestro cariño y más en estos momentos en que sus familiares no pueden entrar en la residencia y ofrecerles ese cariño tan cercano y lleno de caricias; (VII) de vuestra sensibilidad y así ofrecer sentimientos de ternura, compasión; (VIII) de vuestra calidez y de percibir vuestra cordialidad y afecto humano. Por último, también os pediría que tengáis mucho cuidado con las palabras, debéis de ser conscientes del valor de las palabras, que vuestras palabras se conviertan en vehículos del reconocimiento, del respeto y del buen hacer (palabras de Teresa Martínez que aparecen en su libro “Personas mayores y lenguaje cotidiano. El poder de las palabras”).
Estas actitudes, valores y virtudes pueden ser algo peculiar de nuestra personalidad, pero también se pueden adquirir. En la cuarta afirmación que saqué de la formación sobre la ética de las virtudes decía “LA VIRTUD COMO ELECCIÓN DELIBERADA”, lograr la virtud por entrenamiento, quiere decir que si nos lo proponemos se pueden adquirir.
Mirad, en un libro que leí este verano “Vivir la vida con sentido” de Victor Kúppers decía: “Los hábitos positivos se llaman virtudes; los negativos vicios. Primero decide incorporar virtudes fantásticas a tu manera de ser. Después, practícalas hasta que se conviertan en hábitos”.
Todos podemos, si queremos, ser personas empáticas, amables, pacientes, simpáticas, cariñosas, sensibles, cálidas, podemos tener mucho cuidado con las palabras que empleamos para no hacer daño y también podemos escuchar de una manera activa. Si esto lo llevamos al terreno laboral, sobre todo vosotros: auxiliares y gerocultores/as, seréis capaces de dar el máximo de bienestar posible a las personas que estáis cuidando y en eso se basa vuestra ética profesional. Saldréis todos los días satisfechos de vuestro trabajo y ello repercutirá directamente en vuestra felicidad.
En cuanto a la primera afirmación de la ética de las virtudes que decía: “Mi dignidad no se juega en la Convención sobre la discapacidad celebrada en New York, si no en la persona que me atiende”. Está claro que:
- Qué más da lo que diga la convención de New York……..
- Qué más da lo que diga el último Decreto sobre funcionamiento de centros residenciales….
- Qué más da que tengamos una residencia de lujo con unas instalaciones impresionantes…
- Qué más da que la residencia tenga unos buenos objetivos…..
…….que si el profesional que atiende a los residentes, “VOSOTROS” no aplicáis la ética de las virtudes, los “RESIDENTES” recibirán unos cuidados de baja calidad, malos; y la dignidad de todas estas personas saldrá muy mal parada.
Si, por el contrario, demostráis vuestra profesionalidad cada día, seguís formándoos y aplicáis la ética de las virtudes en los cuidados que dais, se os verá como un equipo de profesionales muy responsable y muy valorado dentro de la residencia y también fuera. Las personas que reciben vuestros cuidados se sentirán DIGNAS, VALIOSAS.
TERCER PUNTO: “RESPETO A LA AUTONOMÍA DE LAS PERSONAS”
La autonomía es un principio ético universal y no respetarlo produce un daño en las personas, en su dignidad, en definitiva, se podría calificar de maltrato.
Hasta hace poco tiempo en los centros residenciales se venía aplicando una ética paternalista, quiere decir que se decidía todo por los residentes. Desde que entraban a vivir en la residencia se les organizaba su vida desde que se levantaban hasta que se acostaban, pero desde hace unos años y, sobre todo, cuando salió en la Junta de Castilla y León el proyecto “en Mi Casa”, nos dimos cuenta de este error y apostamos porque los residentes pudieran seguir con su vida que sus proyectos no se truncasen porque entraran a vivir en una residencia.
En los centros Lares se hacían las historias de vida que nos ayudaban a conocer a la persona, a lo que había sido su vida. Íbamos extrayendo de ese conocimiento sus gustos, sus preferencias y también sus valores. Y después hacíamos el proyecto de vida, que nos contaran como querían seguir viviendo.
De todo esto que acabo de contar los protagonistas erais vosotros, equipo de atención directa, los residentes, sus familias y siempre contando con el equipo técnico. Habíais logrado que personas muy dependientes siguieran con sus proyectos de vida, dándoles los apoyos que cada uno requería, pero a partir del 13 de marzo del 2.020, con la llegada de la pandemia, se cerraron las puertas de las residencias, dejaron de entrar las familias, los amigos, los vecinos, los voluntarios, se paralizó todo. De repente, volvimos a aplicar la ética paternalista, porque se ha decidido todo por ellos, se han violado sus derechos como personas; como mucho, lo único que se ha hecho ha sido informar.
Tenemos que salir de esto, sabemos que estábamos en el buen camino, estábamos dando unos cuidados dignos, de calidad, respetando la autonomía de las personas mayores. Tenemos que volver a preguntarles y a continuación escuchar las respuestas. Cuando no se pueda utilizar esta manera sencilla de comunicación mediante la palabra, tendréis que observar, siempre he dicho que el personal de atención directa sois grandes observadores; y podría poner muchísimos ejemplos, vosotros sabéis sus preferencias de comidas, cuando tienen ganas de ir al baño o cuando decís que no les veis bien, “algo le pasa”…este conocimiento de las personas que cuidáis es fruto de la observación.
Y para finalizar el tema de la autonomía tenemos que hablar de la confidencialidad, la privacidad y la intimidad; para que una persona sea plenamente autónoma se tienen que respetar estos tres conceptos.
En estos momentos en que los familiares no pueden ver de una manera normalizada a los residentes, vosotros sois los confidentes de estas personas más, si cabe, que antes. Tened en cuenta que la confidencialidad viene de la palabra confianza y si alguien tiene confianza en nosotros y le fallamos producimos un gran daño, imaginaros si este daño se lo hacemos a un residente en estos momentos que están viviendo de soledad y de un aislamiento tan injusto. Sed sus confidentes, pero no les falléis.
Lo mismo ocurre con la intimidad, daros cuenta que hay muchos residentes a los que tenéis que despertar cada mañana, levantarlos de la cama, asearlos, vestirlos, conducirlos al comedor, darles el desayuno, acompañarlos durante la mañana, llevarlos al baño, darles la comida, acostarles la siesta, darles la merienda, llevarlos al baño, darles la cena, conducirles a la habitación y acostarles. Si os dais cuenta, todo lo narrado es una invasión de la intimidad continua, muy triste para ellos, ¿verdad?, nadie queremos llegar a esta situación. Entonces para que esta invasión de la intimidad no sea traumática o dolorosa tendréis que volver a aplicar la ética de las virtudes y ser sensibles, cariñosos, pacientes, cálidos, empáticos, tener mucho cuidado con las palabras…Salvaguardar la intimidad y la privacidad de las personas que cuidáis es lo más importante que podéis hacer para que se sigan sintiendo personas valiosas y autónomas.
En vuestro día a día no olvidéis aplicar en vuestro trabajo la ética de las virtudes, os convertirá en profesionales valiosos, responsables y muy valorados.
Carmen de Alaiz
En Villalón de Campos a 26 de febrero de 2021