Esta mañana Eduardo me invitó a escribir un artículo sobre la vacuna, me quedé un poco sorprendida porque yo estoy convencida de los beneficios que nos va a proporcionar el que nos vacunemos la mayoría de las personas, pero lo que no había hecho era reflexionar del porqué de este convencimiento.
Cuando me he puesto a pensar me ha llegado a mi memoria conversaciones que siempre mantuve con mi padre desde muy niña, debido a la cantidad de horas que pasábamos juntos. Mi padre me contó varias veces lo importante que fue el descubrimiento de la penicilina, de las vacunas, la de vidas que salvaron.
Para él fue una suerte que mi hermano y yo naciéramos en una época en que a los niños se les vacunaba de todo y siempre hacía una mención especial a la vacuna de la “polio”, como se llamaba entonces, siempre había algún niño afectado por esa enfermedad y era ya algo terrible, que quedaba de por vida.
Mi padre me enseñó a confiar en la ciencia, en los científicos, en los avances prodigiosos que han realizado y que siguen realizando en beneficio de la humanidad entera.
Mi primer convencimiento de me tengo que vacunar es por educación, así me lo enseñaron. Sé que esta reflexión queda un poco simple, pero de ella derivarán el resto de las reflexiones que expondré a continuación.
Eduardo me mandó por correo el último escrito de Josep de Martí que se titula “¿Vacuna obligatoria? Por qué creo que sí”.
El artículo me gustó, como casi todo que escribe Josep, pero no estoy plenamente de acuerdo, porque no creo que se deba obligar a nadie a ponerse la vacuna, pero sí CONVENCER; intentaré explicarlo.
Soy miembro del Comité de Ética de los Servicios Sociales de Castilla y León, mi formación en esta materia ha sido en “la ética deliberativa”, lo que intentamos siempre es rechazar los extremos en una deliberación. En este caso un extremo sería el que no se vacuna a nadie y el otro extremo obligar a vacunar a todo el mundo. Lo ideal son las soluciones intermedias y en este caso sería “convencer con razonamientos valiosos para que la gran mayoría de las personas se vacunen”.
Dice un refrán castellano que en el medio esta la virtud y qué verdad.
Todos los que hemos vivido en primera línea estos meses de pandemia en el entorno residencial, podemos dar fe del dolor y horror tan grande que hemos sufrido. Hemos visto como nuestra sociedad del bienestar se transformó en la sociedad del malestar, con miedos, ansiedades y mucha incertidumbre. Esperábamos como agua de mayo la tan prometida vacuna y ahora ya la tenemos, pero nos la tenemos que poner una gran mayoría para poder librarnos de la COVID.
Creo que el ponernos la vacuna es un DEBER MORAL de toda la sociedad, por qué:
–Debemos respetar nuestra vida y la de los demás. Por eso tenemos que vacunarnos, primero por nosotros y después para proteger a las personas más vulnerables como pueden ser las personas mayores que viven en nuestros centros.
–Por generosidad: La generosidad es un valor moral que se refiere a la capacidad de los seres humanos de compartir lo que tienen, no solo las posesiones materiales sino también aspectos inmateriales como la de vacunarnos los que nos consideramos sanos y sin patologías para proteger a los que sí las tienen.
–Para vivir de acuerdo con las reglas de la sociedad: Nuestra sociedad crea reglas para cada aspecto de nuestra vida. Por ejemplo como debemos de comportarnos ante una pandemia de estas magnitudes con una cantidad de fallecidos enorme y personas que no han fallecido pero que les han quedado secuelas casi de por vida. Como miembros de esta sociedad debemos vacunarnos y seguir siendo o convertirnos en personas morales.
–Por altruismo: Ser altruista quiere decir ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Vamos ayudar a nuestros mayores, a las personas más vulnerables vacunándonos.
–Vivir de acuerdo con la voluntad de Dios: En estos momentos las personas creyentes tenemos que dar la cara, ser valientes. Para nosotros los cristianos, vivir de acuerdo a la voluntad de Dios es el principio máximo de la moral. Debemos de vacunarnos para ayudar a nuestros semejantes.
–No hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros: Es una frase que hemos escuchado desde que éramos pequeños. Hagamos un ejercicio de empatía y pongámonos en el lugar de nuestros residentes, necesitan que nos vacunemos para que puedan salir del aislamiento que llevan sufriendo desde el 13 de marzo, los que puedan salir, porque a muchos los hemos perdido en el camino y otros han sufrido tal deterioro por este confinamiento que ya es irreversible. ¡Por ellos!.
–Por honestidad: Este valor humano busca siempre anteponer la integridad moral desde la verdad y la justicia. Sabemos de las injusticias que han sufrido los mayores, cómo se han vulnerado sus derechos durante toda la pandemia por su edad y sus patologías. Para luchar contra este edaísmo sufrido por nuestros mayores, vacunémonos.
–Por solidaridad: Es uno de los valores humanos más importantes para el buen funcionamiento de la humanidad como colectivo. Se trata de la necesidad de apoyar al débil o al que se encuentra en una situación desfavorable sin esperar nada a cambio. Debemos vacunarnos.
–Por compasión: Es la comprensión de un ser humano con otros al percibir su dolor o sufrimiento. Necesidad de buscar como mejorar su situación o de aliviarla. Por compasión tenemos que vacunarnos.
Por todo lo expuesto es un deber moral el vacunarnos, también podríamos llamarlo actitud solidaria, acto humanitario anteponiéndolo a una sociedad individualizada que solo mira por uno mismo.
Debemos de olvidarnos de frivolidades y de poner excusas sin ningún criterio científico para no vacunarnos.
El mundo de los científicos nos lo ha dicho muy claro: “Esta vacuna se ha logrado por el esfuerzo grandioso que han hecho todas esas personas que se dedican al mundo de la investigación, por la cantidad ingente de dinero que se ha invertido y al gran esfuerzo también humano”
¿Y nosotros vamos a poner en duda todo ese trabajo?
La última entrevista que han hecho a Mariano Esteban, que por cierto es un vecino ilustre de Villalón de Campos, científico del CSIC y que está trabajando en una de las vacunas españolas, dijo que las vacunas que ya han llegado a España, no ponía en duda su valía si no todo lo contrario, que la suya todavía no estaba en circulación sencillamente porque habían dispuesto de menos medios materiales y humanos. Mariano es un hombre ya jubilado que cobra sueldo de pensionista pero que se ha visto en la obligación de ponerse a trabajar “a tope” en la vacuna, sin mirar horarios, ni dinero. Solo tiene miras en que será un beneficio enorme para la sociedad, para la humanidad. Y no lo puede decir más claro puesto que habla un castellano “puro” de Valladolid.
Y con personalidades como la de D. Mariano Esteban vamos a poner en duda la eficacia de la vacuna o la de sus efectos secundarios…
Me encantaría convencer a los dudosos, a los que tenéis miedo, por favor reflexionar con todo lo que os acabo de contar: por educación, para respetar nuestra vida y la de los demás, por generosidad, para vivir de acuerdo con las reglas de esta sociedad, por altruismo, para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, para no hacer a los demás lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros, por honestidad, por solidaridad, por compasión y por que creemos en nuestros investigadores que se han dejado la piel por sacar a tiempo la vacuna contra la COVID.
Carmen de Alaiz
En Villalón de Campos a 14 de enero de 2021